Optimiza la organización de tu inventario con el método ABC

El método de gestión de inventarios ABC es uno de los métodos más extendidos a la hora de organizar un almacén. ¿Quieres saber cómo aplicarlo para tu eCommerce? ¡Te lo contamos!

Qué es el método ABC

El método ABC en la gestión de inventarios es una técnica de administración de inventarios que se basa en la clasificación de los artículos en función de su importancia. Los artículos se clasifican en tres categorías: A, B y C, dependiendo del valor que tenga cada categoría dentro del total de las ventas:

La categoría A se refiere a los artículos que representan el 20% de los artículos pero suponen el 80% del valor total de los inventarios. Son los que se consideran más importantes y, por tanto, los que exigen mayor control.
La categoría B se refiere a los artículos que representan el 30% del valor total. Son menos importantes que los artículos de la categoría A y, en consecuencia, requieren un control menos estricto.
La categoría C se refiere a los artículos que representan el 50% del valor total de los inventarios. Son los menos importantes, por lo que requieren el control menos exhaustivo de todos los que forman parte del inventario.

En sus orígenes, el método ABC tomó como referencia el principio de Pareto, también conocido como la regla del 80-20. En esencia, este modelo describe el fenómeno estadístico por el que, en cualquier población con un efecto común, es una proporción pequeña la que contribuye a la mayor parte del objetivo común. Cuando se aplica la regla 80/20 a la realidad empresarial, un 20% del total de todas las referencias son las que generarían el 80% de los beneficios.

Productos categoría A

Los productos pertenecientes a la categoría A son los más relevantes para la empresa, lo que generalmente se traduce en aquellas mercancías de mayor valor y las que se venden con más frecuencia.

Estos artículos son los más importantes, porque suponen la mayor parte del movimiento de almacén, son los que tienen mayor rotación y también los que más contribuyen a la generación de los ingresos de la empresa. Suponen en torno al 20% del total del inventario, pero generan, aproximadamente, el 80% del total de los ingresos.

Es la categoría prioritaria, y a la que la empresa debe destinar la mayor parte de los recursos, llevando a cabo controles de stock más exhaustivos y complejos de forma periódica y frecuente. En general, estos productos deben estar situados en una zona de fácil acceso y cercanas a la zona de expedición del almacén. El objetivo es agilizar al máximo posible el proceso de preparación de los pedidos.

Productos categoría B

Los productos correspondientes a la categoría B tienen una importancia moderada para la empresa, ya que también contribuyen a la generación de ingresos, aunque en mucho menor medida que los productos de categoría A. Suponen en torno al 30% del total de productos del almacén, y generalmente no suelen generar más del 20% de los ingresos de la empresa.

Es una categoría intermedia y, por eso, también requiere cierta supervisión y seguimiento de manera periódica, especialmente si alguno de los artículos que forman parte de esta parte del almacén son susceptibles de ascender a la categoría A.

Su localización en el almacén será en los lugares más accesibles y directos disponibles después de organizar y reservar las mejores ubicaciones para los productos de categoría A. Se almacenan en niveles intermedios en los que el acceso es rápido pero no siempre directo a todas las unidades de carga.

Productos categoría C

La última categoría dentro del método ABC son los productos de categoría C. En ella se encuentran las mercancías más numerosas, pero, al mismo tiempo, las menos importantes, especialmente en su contribución a los ingresos de la empresa. En general, pueden llegar a suponer más del 50% de las referencias de productos, pero no generan ni el 5% del total de ingresos de la compañía.

Su rotación en el almacén es muy baja y, por tanto, no es necesario destinar demasiados recursos a su gestión. Además, su ubicación en el almacén debe ser la más apartada posible, lejos de los lugares de expedición y que no interrumpan el paso a las zonas destinadas a los productos de categorías A y B.

En general, para los productos de categoría C no suele merecer la pena destinar recursos a su almacenaje y stock, ya que puede darse la situación de que los costes derivados de su almacenaje sean superiores a la rentabilidad obtenida con su comercialización.

Cómo clasificar los productos de acuerdo al método ABC

Existen diferentes métodos para clasificar los artículos de un almacén con arreglo al método ABC. Cada empresa lo hace de la forma que crea conveniente, según las características de la demanda y de los productos comercializados. Pero la convención general es clasificar los productos por las siguientes métodos:

Coste unitario, dependiendo del nivel de inversión en inventario destinado a cada una de las mercancías del almacén. Cuanto mayor sea el coste de un artículo, más importante será y, por tanto, más atención se le pone en la gestión del inventario. Los artículos más costosos son los que formarían la categoría A, mientras que los artículos de menor coste unitario serían los categorizados como C.
Valor total en inventario: a diferencia del anterior, este método tiene en cuenta el valor total del conjunto de artículos del mismo lote o con las mismas características en inventario. El principal inconveniente de este método es que la clasificación ABC cambia de forma continua, lo que hace necesario un recálculo continuo para evitar el desfase del sistema.
Por utilización y valor: es el método más extendido del método ABC. El criterio base de este sistema es la demanda y el valor de las mercancías comercializadas. Va más allá de los anteriores, ya que toma como relevante las ventas de los productos, incluso cuando el valor de las mercancías no sea el más elevado.

En realidad, existen tantos métodos para la categorización del método ABC como necesidades tenga la empresa, y la demanda no es lo único que se debe contemplar. Lo importante es elegir aquella categorización que mejor se ajuste más a la realidad, incluyendo otras métricas como por ejemplo el margen de beneficio de cada producto o el impacto de las roturas de stock sobre el inventario.